Vida de Don Duarte de Meneses 14
Emplearon en eſto un fulano de Berredo protonothario, hombre aſtuto,
i eloquente, i que en Roma donde eſtuvo años, avia cobrado opinion de
entendido, i Curial. Con eſte pretexto para acudir mejor al engaño, ſe
hizo mui familiar con el Infante, i tanto, que ſe puede dezir, q̃ en
ſu proprio pecho, i apoſento ordenava los enredos con que provocava al
Rey cõtra el deſcuidado Infante, porque ſo color de avizos le revelava
mentiras: deſte hombre, i aquellos ſeñores, ſalio la conjuracion de tan
terrible hecho, i como le concibieron, aſsi lo executaron.
(26) Contra eſta violencia no le aprovechò al Infante el apartamiento
que hizo para Coimbra, porque allâ tenian ſus enemigos, quien le
notaſſe haſta el menor deſcuido, q̃ ſin parar iva al Rey hecho ya
culpa. En eſto llegò el Infante Don Henrique a la Corte, i publicoſe
que era a defender la causa del hermano, i el pueblo contentiſsimo,
andava deſenfrenado por las calles, dandoſe los parabienes deſta nueva.
Trocaronla luego, en q̃ ò no quizo, ò no pudo. Algunos le culpan, otros
le abſueluen; perô nadie hallo que dexaſſe de confeſſar, que no avia
en Portugal perſona, que pudieſſe atajar eſtos inconvenientes, ſino
Don Henrique por ſu autoridad, i reſpecto. El Rey moço; el Infante
D. Iuan muerto; la Reyna muger, i entereſſada el Duque Don Alfonſo
autor; ſu hijo maior complice: el Infante Don Pedro Reo; Don Pedro de
Noroña enemigo: los demàs parciales: al fin ſolo el, quedava libre,
para la compoſicion deſtos odios: maiores alabanças merece el Conde
de Arrayolos, hijo segundo del de Bragança: el qual eſtando en Ceuta
por general, por muerte de D. Fernando de Noroña, tuvo noticia de lo
̃q paſſava, i luego ſe vino a Santaren, donde ſe havia mudado el Rey
con la corte, para ver ſe podia componer eſtos deſabrimientos; amava
al Infante D. Pedro ſumamente; i como hermano del Conde, i hijo del
de Bragança, procuró impedir ſu determinacion; però ellos deſpues que
no pudieron perſuadirlo a ſu vãdo, ſe valieron de maña, i echarõ en
la corte una voz fingida, con cartas ſupueſtas, de q̃ el Rey de Fez
venia ſobre Ceuta con gran poder. Obligò al Conde la honra a bolver
a ſu plaça, i no ſe apartò della, haſta q̃ las coſas tuvieron el
deſaſtrado fin que veremos.
(27) Antes del Conde, havia venido tambien de Ceuta, donde eſtava por
frontero, Alvaro Vaz de Almada, Conde de Abranches gran ſervidor del
Infante, i enemigo del de Ouren, eſtimado por ſu valor, qualidad, i
ſervicios del Rey, i de aquellos Principes: en ſu preſencia llegò
a deſafiar con palabras aſperas a todos los que calumniavan de
deslealtad al Infante; reptandolos de aleves, i diziendo, que en el
campo defenderia eſta cauſa el ſolo a tres juntos. La maldad ſiempre
fue cobarde, porque toda ſu induſtria pone en la vengança. Callôſe la
demanda, i el de Abranches ſe fue a Coimbra, ſiendo el que ſeguiô la
fortuna del Infante, haſta lo ultimo de la vida, dando un ſingular
exemplo de amiſtad, i esfuerço, igual a los que màs celebra la
antiguedad.
(28) Dos años paſſaron en eſtas diſcordias con varios debates, i
ſucceſſos, todos encaminados a deſtruir al Infante, porque ſus
enemigos no paravan en eſte intento, ni el Rey en darles credito, con
el miedo q̃ ſiẽpre cree, quanto más imagina. Coſa es eſtraña, q̃ los
mâs principales eran miniſtros de ſu paſsiõ, i otros como alanos, que
ſe criavan de ſangre humana, andavan ladrando tras la del Infante,
criminandole aora de nuevo la muerte de la Reyna Doña Leonor; i para
encẽder màs la ira del Rey en eſta vẽgança perſuadiã a los Infantes
niños, a q̃ la clamaſſẽ como hijos, i partes màs offendidas. Cõ tãtas
culpas ſupueſtas, repetidas ſiẽpre por todos lados; vino el Rey a
reſolverſe a armar contra el Infante en ſon de caſtigarle como culpado
en el crimẽ de leſa Mageſtad; i auñq al principio eſte conſejo fue
diſpueſto lẽtamente cõtra el q̃ dan los ſabios, q̃ quieren q̃ las coſas
grãdes eſten hechas, antes q̃ conſultadas; cõ todo eſſo deſpues ſe
dierõ prieſſa a executar la maldad, por̃q no ſe aſſeguravan del Rey
por moço, i por la afficion q̃ moſtrava a ſu muger (Princeſa digna de
grandes loores) por la paciencia cõ que ſe portò en eſte caſo, ſiendo
tã entereſſada en el, q̃ de una parte andava la quietud, i credito
de ſu marido, i de la otra la vida, i hõra de ſu padre. Trabajô (mas
ſiẽpre en vano) por cõponerlos, cõ lagrimas, ruegos, i encarecimiẽtos:
entretãto padecer cõ el ſpiritu, no quedò libre la reputaciõ de
la pena; por̃q le imputarõ en aquellos dias, q̃ D. Alvaro de Caſtro
camarero maior del Rey, i q̃ los años ſeguiẽtes fue Conde de Monſanto;
cavallero cõfidente, i brioſo; le hablava amores; el Rey cõ aquel
impetu primero lo mãdo prẽder; mas ſoltarõle luego, por̃q ſe aueriguo
la verdad; i el autor de la mẽtira quedò ſin caſtigo; q̃ eſſo fue el
exceſſo maior, q̃ ſe puede dezir deſtos tiẽpos, en q̃ andavan las
maldades favorecidas, i las innocencias caſtigadas.
(29) Mientras ſe infamava la opinion del Infante con editos, ſe
aparcebieron tambien las armas, convocando gente, i haziendo levas por
todo el Reyno. Avisò los pueblos, i la nobleza del caſo; i como tocava
en poca fidelidad contra el Principe, no huvo cavallero, que dexaſe de
venir a Santaren donde el Rey eſtava acudiendo con prieſſa, i cuidado a
moſtrar ſu obediencia, i lealtad; porque en eſtas materias mucho maior
peligro ſe corre por las demonſtraciones; que por el effecto, i la
tardança ſe acuſa por delito, como la brevedad ſe encarece por fineza.
(30) Preſumo, auñq no ſolo he podido apurar con mâs que una
probabilidad, que Don Duarte de Meneſes ſe vino en eſta ocaſion de
Caſtilla a Portugal; porque los dos años antes, i parte deſte tercero,
que era el de mil quatrocientos i quarenta i nueve, eſtuvo ſerviendo de
frontero en Granada: deſpues ò fueſſe con expreſſo mandato del Rey, ò
por otro aviſo que tuvieſſe de que armava con aquella fama de caſtigar
rebeldes, pareciendole obligacion preciſa de ſubdito; a quiẽ no toca
eſcudriñar los ſecretos del Principe; ſino obedecer ſus mandamientos:
Acudiò a la corte; quando appareció en ella, fue a tiempo, en que con
la final determinacion aſſentó el Rey en el Conſejo; priſiõ perpetua;
deſtierro; ó muerte del Infante. Admira cierto, q̃ haviendo hecho
tantas amiſtades, tubieſſe tanta falta de amigos en eſta ocaſion, i que
entre tantos votos no ſe hallaſſe uno de vida, que hablaſſe libremente,
i cõ verdad al Rey. Mas eſta es la comun deſdicha de grãdes, q̃ todo
lo q̃ ſe les habla, ha de ſer agradable a ſus oydos. La Reyna ſolamẽte
cõ el amor de hija le eſcreviò la ſentẽcia difinitiva: dizẽ, que al
leer la carta ſin alterarſe, ni dar otra ſeñal de triſteza, eſtuvo un
gran rato perguntando al menſagero por la ſalud, i entretenimientos del
Rey: i que deſpues comiò a las horas ordinarias mui ſeguramente; i la
noche gaſtò con gran quietud, i repoſo, en lo que ſiempre acoſtumbrava.
Enfurecierõſe ſus enemigos con eſta conſtancia, porque luego la
ſupieron: i como al otro dia por parecer del Conde de Abranches ſe
reſolviò el Infante a venirſe a Santaren a defender en campo ſu honra,
i lealtad: ſiendo eſta reſolucion tan peligroſa como honrada; porque
quando los juſtos reſpectos no hallan buena acogida, toqueſe el pulſo a
las fuerças, i ſino ſon poderoſas valganſe del ſofrimiẽto, cuerdamente
eſperando el beneficio del tiempo: Eſte penſamiento ſe trocò al Rey,
porque le dixeron, que con exercito poderoſo ſe venia a entrar en
Lisboa: entonces mandò a Don Duarte a que ſe metieſſe en Pombal, cinco
legoas de Coimbra (plaça importante) por̃q era paſſo de Lisboa, villa
de haſta quiniẽtos vezinos, con un Caſtillo baſtantemente fuerte;
pueſta en la ribera del Arunca, rio pequeño, que algo antes nace de
unas ſierras vezinas, i a breve eſpacio muere, en el Mondego; celebre
no tanto por ſu nombre, quanto por̃q la fama approvada de muchos, le
haze ſegunda patria, en el retiramiento, i ſepultura de nueſtro Liuio
Portuguez, el inſigne Iuan de Barros. Euripides imaginò, que importava
para la fortuna de un hombre nacer en lugar noble: però más glorioſo
es, que aya hecho famoſo al Pombal eſte varon ſingular como otro Homero
(a Eſmirna ciudad de Aſsia la menor en la Ionia) que ſi le diera nombre
la grandeza de ſu tierra.
(31) Como el Infante entendiò la venida de Don Duarte, torcio el camino
por la ſierra, que dizen de Anſion; i ſe fue derecho al convento
de la Batalla, dividida ſu gente en tropas; porque parecieſſe màs
acompañamiento, que exercito; llevava ſus banderas tendidas, i eſcrito
en ellas, Lealtad, Iuſticia, i Vengança: i toda la ordenança que ſe
guarda en la guerra. En el numero ſe difiere; los màs dizen que no
paſſava de mil cavallos, i ſinco mil Infantes; pocos para campo, y
muchos para acompañamiento: en eſta reſolucion peccó de arrojado el
Infante, porque el Rey aunque ſe hallava con treinta mil hõbres;
la proviſion, i baſtimentos eran tan limitados por la eſterilidad
del año, i poco aparejo de carruaje, i artilleria, que la miſma
muchedũbre difficultava el deſeo del Rey; i ſi el Infante tuviera
mayor ſufrimiento, ô diferente conſejo, no ay duda, que ó ſus coſas ſe
mejoraran, ò ſu muerte no fuera tan apreſurada; perô affrentas deſta
qualidad pueden mucho en pechos honrados, quando en ellos ſe antepone
ſiempre la honra a la vida; porque la fama es el bien mayor de los
buenos, i el theſoro donde fundan ſus felicidades.
(32) Llegò el Infante por jornadas largas a tres leguas de Lisboa;
i ſus enemigos, que a cada paſſo ſuyo, ivan abreviando los de ſu
deſtruicion; apretaron entonces al Rey con la amenaça del cercano
peligro; que le perſuadio màs reziamente, temiendo que ſi ſe entraſſe
en Lisboa, ſe apoderaſſe della, como ciudad metropoli del Reyno, i
donde ſiẽpre hallò fauores publicos del pueblo; el qual como beſtia
de muchas cabeças de contino ſe govierna por extremos de amor, i
aborrecimiento. Con eſto ſacò el Rey ſus hueſtes de Santaren, i diôſe
tanta prieſſa a ſeguir al Infante que lo alcançò junto a la villa
de Alverca en el ſitio, que llaman la Alfarrobeira, que deſpues dio
nombre a eſta rota; era por Mayo, i el calor grãde del dia, le obligô
al Infãte a hazer alto, por dar un poco de deſcanço a ſu gente, que
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