2016년 8월 21일 일요일

Vida de Don Duarte de Meneses 18

Vida de Don Duarte de Meneses 18


(23) Mientras el de Fez ſe yva alojando, con tantas tiendas, i
pavellones, que parece, que le faltava tierra donde cupieſsẽ;
convaleciô Don Duarte de la herida: i con maravilloſo esfuerço en el
ſemblante, i en las palabras, animava los ſuyos, moſtrandoſe tã alegre
en aquel peligro, como ſi tuviera cierta la victoria; i tentando
prudentemente hazer alguna ſalida contra el enemigo, començó a
deſaſſocegarle de manera, que no paſſava dia ſin eſcaramuça; i ſiempre
felizmẽte de ſu parte.
 
(24) Vinieron algunos cavalleros de Ceuta, de que diremos a ſu tiempo
los nombres, i refiriera ſus proezas, ſino temiera faltar a la brevedad
deſte compendio, reduzido ſolo a dar noticia de la vida, i hechos de D.
Duarte, i de algunos ſuceſſos, que por maior acaecieron en ſu tiempo;
dexando lo demàs a quienes por obligacion han eſcrito, ò eſcriven las
coſas de Portugal.
 
(25) En eſte cerco ſon inumerables los que tuvieron los Portugueſes, en
que moſtraron ſingular virtud, i valor. De dos trahe Gomez Eanes (que
ſe llamavan Alonſo de Miranda, i Rodrigo viejo Comendador de Almourol)
dos acciones grandioſas, i fueron, q̃ llegando apartados en dos bateles
a la playa de Alcaçar para entrarſe en ella, deſembarcaron en ocaſion,
que los Moros tomavan alojamientos; i como lo primero, q̃ ocuparõ
fue la marina, por evitar el ſocorro de los ſitiados, ſin embargo
deſſo ſaltarõ en tierra, moſtrando brio, i bizarria; i el enemigo
teniẽdo por menoſprecio aquella temeridad, mandó a algunas mangas de
arcabuzeros, para q̃ los tomaſſen vivos; mas ellos ſe defendieron
tan esforçadamente, que ſe ſalvaron en la ciudad ſin rieſgo alguno.
Eſtas, i otras tales gallardias, fue mucha parte, para que los Moros no
difirieſſen un punto, el batir la ciudad, continuamente, i por todas
partes, con barbara arrogancia, i deſorden. Durò la bateria algunos
dias con poco daño de los nueſtros.
 
(26) Entre tanto D. Duarte ordenó a los ſuyos, confeſſaſſen
devotamente; diziendo, que pues aquella cauſa era de la fé, con ella
ſe havian de fortalecer: luego conociendo, q̃ en la ciudad havia algun
miedo de la multitud de los Moros, pueſto en la plaça de armas, en
medio de todos, de ſuerte que lo oyeſſen, començô a dezir.
 
(27) _Mil gracias doy al cielo, que llego a pediros albricias (o
Portugueſes) de q̃ os veais en la ocaſion, q̃ ha tanto tiẽpo, ̃q
vueſtras honras ſuſpiran. Haſta aora os afrentavades con razon, de
tomar armas cõtra eſtos Moros, ſiẽpre pocos para vueſtro valor. Ya
ſe vê eßa vega, i mõtañas, ocupadas con tãtos millares, i reduzidos
en eſta cortedad de tierra, los moradores de quaſi toda Berberia;
cõvido a vueſtro esfuerço para eſta victoria, por la reputaciõ, ̃q
alcançareis cõ ella; pues en tanta deſigualdad, ſerâ deſigual la
fama, q̃ publicarâ vueſtros hechos. Diferẽte es eſte, del q̃ ſucedio
en el cerco de Tanjar, dõde los cercados erã en mucho maior numero,
q̃ los cõbatientes: teneis ocaſion, con q̃ ſoldar aquella quiebra
paſſada; fatal ſiẽpre, i digna de lagrimas: dudo, q̃ el enemigo fiado
en ſu multitud eſfuerce ſu cobardia, por̃q os cõfießo, que quiſiera
preſtarles animo, para que en ſu reſistencia hallarades mâs gloria:
porque ſiendo gente advenediſa, biſoña, flaca, i deſarmada, noto,
que tiene ſu perdicion en la muchedumbre. Pues que baſtimientos no
han de apurar; ni que petrechos le han de ſer baſtantes, que no
lleguen a conſumirſe con ſu propria neceſsidad? Notad la riguridad
del tiẽpo, en q̃ emprẽden eſto; la fragoſidad deſtos lugares veſinos,
ſu aſpereza, i eſtrechura, i vereis en ſus moradores, el trabajo, con
q̃ vivẽ divertidos en eſta ocupacion: q̃ han de hazer; o quiẽ les ha
de acudir. Si de lexos, primero los conſumirâ la neceſsidad, o la
impaciencia? de cerca, donde, o como? Acreſcentad a eſto, la inquietud
de ſus animos: viven de la libertad, i ſolo a los vicios conocen
ſujecion. Su milicia es la deſorden, peleãdo como barbaros, i no como
ſoldados. Pues ſin diſciplina, que exercito con ſu grandeza miſma no
ſe pierde? Son ſus caudillos el robo, i la tyrania: a eſtos tienen
obediencia; porque ſu crueldad no differencia ſexo, ni deſtingue
eſtados. El exemplo de Tanjar capaz, es de q̃ os mueua a eſte
conocimiento: no tengo que advertiros, ni encomendaros en el, ſino que
peleeis como Portugueſes, i cõ el ultimo deſengaño, de que vueſtra
vida conſiſte en las armas; que no ay otro camino de ſalvaros, pues no
ſea mâs peligroſo, que ellas._
 
(28) El remedio màs eficaz, para que los ſoldados ſe reſuelvan a pelear
obſtinadamẽte, es quitarles la eſperança de alcançar la ſalud, ſino
por la punta de la eſpada. Sobre eſtas razones encareciò D. Duarte
advertidamente, la aleuoſia, i crueldad de los Moros. Soſſegòſe, viendo
el aplauſo, con que los ſuyos ſe offrecian al peligro. Por otra parte
el Rey de Fez, aunque moço, de conſejo de Aboacin Bonantus, viſitava de
ordinario ſu campo, con grande apparato, i ſobervia: i haviendo batido
en vano la ciudad algunos dias, conociendo, que ſu fortaleza conſiſtia
màs en los azeros de los Portugueſes, que en la fuerça de ſu muralla;
deſpues que la conſiderô por vezes, al nono dia del cerco, llamò a ſu
tienda los Alcaydes, i otros capitanes, i hablóles deſta manera.
 
(29) _Hallome, que eſtoi corrido, i que a penas oſo hablaros,
viendo, que llega la oſadia de una gente tan deſeſperada, como los
Portugueſes, a emprender cõquiſtar nueſtras fortalezas dentro en
nueſtras proprias caſas, i defenderſe de un exercito capaz de rendir
el mundo, ſiendo tan pocos como veis: quando nueſtros maiores deſpues
de dominar a Eſpaña glorioſamente, por eſpacio de ſietecientos,
i mâs años, aun oy tienen ſujeto parte della; ſin duda, que eſte
atrevimiento ſe funda ſolo en nueſtro deſcuido; pues ſi de una vez lo
huvieramos caſtigado, no ſe atrevieran a paßar mares, ni a profanar
nueſtro imperio cõ ſus banderas; poſſeen Ceuta, cercan a Tãjar,
ganan a Alcaçar, i ſobre todo menoſprecian nueſtro nombre, i poder.
Y vôsotros tan cobardes, i deſcuidados, q̃ pareceis delãte de mi,
ſin tomar ſatisfaciõ de tantas injurias. Haſta aqui mi corta edad
ſalvò mi credito. Però que accion no condenarâ el vueſtro? Governo
mi niñez vueſtra ambiciõ, i olvidada de los reſpetos publicos atẽdia
a ſus particulares, infamãdo la reputaciõ, con que havemos ſeñoreado
a Berberia. Como, i que razon podreis dar de vueſtra tibieza? quando
teneis los Chriſtianos dẽtro en vueſtros muros. Dezidme el titulo, con
q̃ entrarõ en ellos? Fueron a caſo de ſus maiores? o no les coſto a
los nueſtros ſus vidas? Por conſervar la ſuya infamemente deſamparô a
Ceuta el Rey Buhale, intentando deſpues grangearla por trato, quãdo
no quizo defenderla con las armas. O amigos, i que afrẽta tã grãde!
ſean teſtigos los cielos, q̃ no ay cõsuelo, q̃ me aliente a ſufrir
lo q̃ veo; pues_ _diera la mitad de mi corona, porque mi enemigo me
igualara en poder, ſolo por hartaros de ſu ſangre, i ſatisfazerme cõ
la vengança, que pide ſu oſadia. Bolved por vos; no me contẽto, con
q̃ deſterremos eſta gente de Africa, ſino q̃ tras caſtigarla, por los
robos, i latrocinios, q̃ haze en ella, los deſpojemos de Heſpaña; dõde
eſpero reſuſcitar la fama de nuestros maiores, con igual felicidad, i
fortuna._
 
La arrogancia deſta reprehenſion, fue eſcuchada de los Alcaydes, con
gran miedo, i maior aborrecimiento; porque conocieron las palabras
de Aboacin en la boca del Rey; el qual por diſculpar ſu avaricia, i
atraher a ſy la voluntad del moço, le imponia, en que hizieſſe cargo a
los Alcaydes de ſu culpa. Però como la privança tiraniza los coraçones
de los ſubditos, ſujetandolos a una ſervidũbre volũtaria, i aborrecida;
callarõ los Alcaides, i bezãdo el pie al Rey cõ ſu acoſtõbrada
ceremonia, dierõ las gracias al privado, ſiẽdo eſta diligencia mui
propria en los ſubditos, q̃ de ſus offenſas procuran ſacar ocaſiones
de obligar como meneſteroſos, a los que aborrecen como offendidos.
Con eſto ſe renovò el combate de la ciudad con tanta eſtrechura, que
començò a faltar baſtimento a los cercados.
 
(30) Determinò nueſtro Rey ſocorrerlos en perſona, i para eſte effecto
partiò de Ceuta con toda la armada junta. Parò en frente de Alcaçar, i
el enemigo temiendo, que deſembarcaſſe, eſtuvo a la mira, para ver lo
que hazia, mientras el Rey començò a prevenir baxeles para echar gente
en tierra. Conocio D. Duarte la eſtratagema, i hizo inclinacion de ir a
recebirla. El enemigo con eſte engaño corrio a gran prieſſa a la playa
confuſamente, i ſin reparar las eſpaldas, D. Duarte entõces dio en el,
con tal esfuerço, que le degollô mucha gente, ayudado de la artilleria
de la armada, que tirò muchas pieſſas grueſſas, con que hizo mortandad
conſiderable. La preſencia de dos Principes tan poderoſos, engrãdecio
ſingularmente la deſtreza, valor, i ardid, con que D. Duarte peleò
en eſta ocaſiõ, recogiendoſe ſin deſorden, ni daño alguno, de manera
que no perdio un ſoldado. Deſpues tentó meter baſtimentos por el rio,
mas no pudo, porque el Moro lo havia atajado con vigas grueſſas, i
maderos: i a la poſtre el Rey entendiendo, que ſu aſsiſtencia, en aquel
puerto, era de poca utilidad a los cercados, dando muchas eſperanças
a D. Duarte, de q̃ bolveria con maior ſocorro; ſiguiò ſu derrota a
Portugal, i deſembarcó en el Algarve, i ſe vino a la ciud                         

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