2016년 8월 21일 일요일

Vida de Don Duarte de Meneses 23

Vida de Don Duarte de Meneses 23


(15) Halló eſta nueva al Rey en Santaren, donde con una proceſsion
general dio gracias a Dios de tan felice ſucceſſo, alargandoſe
igualmente, que la vez paſſada, en alabanças de Don Duarte, i de
aquellos cavalleros, q̃ le aſsiſtiã, entre los quales huvo muchos ̃q
deſeoſos del premio, ô forçados de otras cõveniẽcias ſe vinieron a
Portugal. Peró Don Duarte como todo ſu cuidado empleava en el ſervicio
de ſu Rey, dioſe todo al biẽ publico, ſin q̃ en el particular ſuyo
hablaſſe una ſola palabra, i aſsi quando los otros trataron de ſus
pretenciones, entonces bolviô los ojos a reſtaurar la fortaleza; rehizo
la Cortina de que el enemigo arruinò un gran pedaço; fabricò de nuevo
vn buen alojamiento en el caſtillo, para los Capitanes generales, que
ſerviò de ennoblecer, i fortalecer la ciudad.
 
(16) Deſpues procurò, que los ſoldados màs pobres tuvieſſen tambien
ſatisfacion de tanto trabajo, repartiendo pagas, i ſocorros por todos;
i vendiendo para eſte effecto haſta la plata de ſu ſervicio. Aviſô
luego al Rey, de como cada uno en particular le havia ſervido, porque
nunca uſurpava la gloria de las coſas, que otro havia hecho, antes le
ſervia de fiel teſtigo; i por̃q el enemigo ayudaſſe a eſta paga, fue
ſobre Anexames, i otras aldeas pueſtas en la ribera de Guadaleon, i
tardô en rendirlas, lo que en acometerlas.
 
(17) La proſperidad de tantos ſucceſſos no ſolo amedrentò a Berberia;
però llenò de eſperãças al Rey, para cõſiderar, q̃ empeñandoſe con
mayor poder en aquella conquiſta, teniendo tal capitan podia eſtender
ſu imperio por aquella parte. Con eſte animo, i deſeo de moſtrar a Don
Duarte el que tenia de honrarle le llamò al Reyno por Abril del año
ſeguiente de mil quatrociẽtos i ſeſſenta. Partiò en ſu cumplimiento,
dexando por teniente en Alcaçar Alfonſo Telles de Menezes ſu ſobrino,
cavallero de brio, i experiencia, i de quien oſava fiar ſu reputaciõ.
 
(18) Al llegar a Lisboa adonde eſtava la Corte, le ſalió a recibir, lo
màs noble della a la Marina; i el Rey con ſingulares honras, i publicas
demonſtraciones mudandoſe, entõces a Santaren le diò el titulo
de Conde de Viana de Camiña (que tuvieron ſus mayores) referiendo
largamente en eſta donacion los ſeñalados, i grandes ſervicios, que la
corona Portugueſa le devia.
 
(19) Como el Rey por inclinacion tratava de proſeguir la conquiſta
de Africa; començò a poner eſte penſamiento en pratica, encaminãdolo
a que el Reyno lo reputaſſe por util, i ayudaſſe con impoſiciones,
i donativos, ſin los quales ſe impoſsibilitava la jornada. Mas era
cierto, que ſegun el eſtado del Reyno eſtava debil, i flaco, ſin
las fuerças de la guerra, que era el dinero, i con otras ſemejantes
calamidades, començava aora a ſintir los daños generales, i los
pueblos ſobre cuyos hõbros cargava eſte pezo, ſabiẽdo q̃ la demaſiada
liberalidad del Rey, era vicioſa prodigalidad, cõ̃q empobrecia el
Reyno, dãdo màs por coſtũbre, q̃ por remuneraciõ, ſacãdo de las
affliciones publicas las mercedes particulares: propuſierõ en unas
cortes, q̃ entõces ſe celebrarõ en Lisboa, cõſideraſſe el Rey eſte
daño, i trataſſe irſe a la mano en el, cerrãdola a mercedes no juſtas
pues la miſma juſticia q̃ cõcede premio al que lo merece, lo niega a
otra gẽte menos neceſſaria en las Reſpublicas, i a vezes pernicioſa:
para ſãzonarle en eſta peticion le concedieron ciento i cinquenta
mil doblas de oro para ſu deſempeño. El Rey vino en ello facilmente
en quanto a prometerlo, perô ſiempre executò lo contrario. Con eſtas
dificultades ceſſô deſta vez la jornada de Africa, porque tambien el
Rey enfermò gravemente, aunque convalecio con breuedad.
 
(20) Succediò por eſte tiempo la muerte del Infante Don Henrique harto
ſentida de los Portuguezes, i mucho màs de ſus Reyes, i cõ razon de
todos por ſus grandes partes, i proceder: porque alcançando los tiempos
calamitoſos de las diſcordias ciuiles deſte Reyno; ya mâs ſe entendiò
trataſſe de otra coſa que de enriquecerle con las conquiſtas de Africa,
i deſcubrimiẽtos del Occeano, de que fue el origen, i promovedor, i a
quien por eſte reſpecto, i el de ſus virtudes ſe deve ſingular memoria.
Fallecio en el Algarve dexando por ſu heredero al Infante Don Fernando,
el qual tresladò ſu cuerpo el año de mil quatrocientos ſeſſenta i uno
al inſigne, i real Monaſterio de la Batalla de Religioſos dominicos.
 
(21) Menos llorada fue la muerte del Duque Don Alfonſo de Bragança
ſu hermano, que tambien ſobrevino entonces; Principe poco afable,
aũque de gran valor, è induſtria. Succediole Don Fernando Marquez
de Villavicioſa ſu hijo ſegundo, por haver muerto el Marques de
Valencia el año antes, ſin hijos legitimos. I ſin embargo de tantos
lutos; diſpuſo Don Fernãdo ſu primogenito paſſar a Africa en compañia
del Conde de Viana con mil hombres pagos a ſu coſta, i otros muchos
cavalleros de ſu caſa: porque en aquel tiempo condenavan los mayores
el ocio con ſu exemplo, i los ſeñores antes querian que ſus hijos ſe
criaſſen en medio de los exercitos, que de las ciudades.
 
(22) Bolvio el Conde por Abril deſte año, i apenas llegado a Alcaçar
con la gana que tenia de verſe con el enemigo, corriò brevemente,
tres vezes, haſta la ciudad de Tanjar, haziendo, en todas, tanto daño
al enemigo, que le degollò mâs de ſetecientos hõbres, i quemò quatro
lugares muy ricos, que fueron Palmera, Ceta, Aamar, i Leonçar.
 
(23) Mucho es para alabar una accion, que le ſuccedió al Conde en una
entrada deſtas; i fue, que ſiguiendo los nueſtros denodadamente el
alcance, Don Henrique de Menezes, no ſatisfecho de haver muerto por
ſu braço algunos Moros, ſe empeñò en ſeguir a uno en que hallô mayor
reſiſtencia; i fue tãto ſu brio, que hechandoſe el Moro al mar ſe hechò
tras del, i le mató; con tanto rieſgo de ahogarſe, que anduuo largo
eſpacio luchando con las ondas, i los enemigos; porque paſſando el
Conde en perſecucion de la victoria, i viendolo en aquel peligro, no
perdiẽdo pũto en ſu officio, la fue continuando ſin dar lugar a que los
ſuyos ſe deſmandaſſen en ſalvar al hijo. Però el cielo que lo guardava
para mayores coſas le diò valor para vencer las ondas igualmente que
a los cõtrarios. Eſta conſtancia del Conde no fue deſigual a la que
eſcriuẽ de los Capitanes inſignes, que atropellavan los reſpectos de la
ſangre por acudir al mayor, de ſus honras, i obligaciones.
 
(24) Halloſe D. Fernãdo en todas eſtas ocaſiones, portandoſe con
gran valor, i prudencia, i meſclando con la Magestad de Principe,
ſolicitud, i cuidados de ſoldado particular: porque ſiẽdo el primero en
los peligros, moſtrava ſerlo tambien en obedecer, i guardar las ordenes
del Conde, como de ſu Capitan, haziendo ley inviolable cõ ſu exemplo;
en q̃ particularmente hizo ſingular eſtudio, luego que conociò el animo
depravado de algunos cavalleros, que entre la embidia, i el enojo,
comẽçaron en vano a induzirle cõtra la authoridad del Cõde; procurãdo
poner por medio de ſu vẽgança, la grãdeza del nacimiẽto de D. Fernando,
̃q era lo miſmo q̃ lo obligava a moſtrarſe apazible, i obediẽte.
Solicitado del Duque ſu padre bolviò brevemente a Portugal, donde el
Rey agradecido a tãtos ſervicios, le diô cõ el titulo de Cõde el eſtado
de Guimaranes, q̃ deſpues con el de Duque, quedò en los primogenitos
de Bergança cazole tãbiẽ con D. Iſabel hija del Infante D. Fernando ſu
hermano de q̃ nacio D. Iaime, q̃ ſiẽdo IIII. Duque de Bergãça, caſado
con hija de la gran caſa de Medina Sidonia en Caſtilla, i jurado por
Principe heredero deſta corona; por el Rey D. Manoel ſu tio, hermano
de ſu madre, entrando a reinar; es biſaguelo del ſereniſsimo Duque de
Bergãça, q̃ oy bive ultima reliquia de los Principes de la ſangre real
deſte Reyno.
 
(25) Poco deſpues parecieron entre los Moros de aquella comarca dos
hijos de Calabẽçala, Alcayde que fue de Ceuta, Alcaçar, Tãjar, i
Arzila (como eſtà referido) los quales còmo vieron muerto ſu padre,
i ellos deſpojados por los nueſtros de ſu grandeza, porque de toda
ella ſolamente les quedava la ſierra de Gibelfabibi, que cae al
norte de Alcaçar poco mas de ſeis leguas; tierra fertil, i poblada,
perô limitada, i corta; començaron primero con ruegos, i luego con
amenazas a repreſentar a ſus naturales la affrenta que padecian,
ſuſtentando los Chriſtianos tanto tiempo en ſus tierras; i con animo
de deſtruirlos tomaron las armas, juntando ſiete mil cavallos de las
ſierras Gibelfabibi, i de Benima Grafot, con el Alcayde de Tãjar, i
aſsi jũtos todos embiãdo delãte a correr a Alcaçar, ſe entraron en una
emboſcada cerca de la ciudad. Tuvo luego auizo el Conde, i ſaliò a
ellos, i los desbarato, degollãdole los principales, i màs valientes
Capitanes, que trahian. Fue eſta Rota de las màs ſintidas, i lloradas
que los enemigos tuvieron, porque de más de caer ſobre tantas, quedaron
ſin eſperança alguna de remedio: deſcãſando el Conde por no tener que
vencer lo que quedava del mez de Iulio, i los tres ſiguientes.
 
(26) Por el fin de Octubre ſe acabò de deſpoblar la ſierra de Amegara,
porque el Conde fue ſobre ella, i la reduxo a nueſtra obediencia con
muerte de los caudillos que la defendian, i governavan. Quedava a un
lado della, hazia Arzila, la ſierra de Luſmara, con muchas aldeas
grandes, i bien pobladas. Era la principal, i cabeça Nazere; rendiola
el Cõde a penas entrado en Alcaçar de la sierra, i de camino deſtruyô
Bogalmaee, lugar pueſto en ſitio eminente, i ſuperior a Guadeleon, ̃q
lo cerca con ſus aguas, i aſsi quaſi inexpugnable. Con eſte hecho, ſin
otros de menos cuẽta que particularmente eſcriue el Coroniſta Gomes
Eanes, concluyò el Conde el año de mil quatrocientos i ſeſſenta i uno,
haviendo ſido glorioſo a los Portugueſes por ſu abundancia, i felicidad
de los ſucceſſos que tuvieron en Berberia.
 
(27) En Ceuta, deſpues de muchas entradas, i otras victorias que
alcanſó Don Pedro de Menezes tercero Conde de Villa Real; ſujetò las
ſierras de Benihaſcen, i Benitelid, que algunos llaman Chebit, i
quedaron ſus moradores tributarios de Portugal (ſervicio de ſingular
reputacion para eſta Corona) i eſtando el Rey en Torreſvedras le
preſentô una copa hecha del oro deſte tributo; que fue el primero,
que pagaron los Berberiſcos a los Portugueſes como en preſagio de los
muchos, que havia de rendirle aquella parte de Africa por el valor
deſte cavallero, i de ſus decẽdientes, a cuyas proezas ſe deve mucho
en eſta guerra; pprque moſtrô en ella igual virtud al de ſu aguelo, de
quien fue digno ſucceſſor en nombre esfuerço, i grandeza.
 
(28) Ya por eſte tiempo tratava el Rey, con menos conſideracion que
deviera en negocio de tanto pezo, paſſar a Tanjar, llevandoſe tanto

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