realidad 58
LA SOMBRA, _que se acerca á Federico y le toca en el hombro_.
Haz las paces con ella, sométete á su tirana voluntad. Tiene más
talento que tú... Desecha esa idea que te acosa días ha.
FEDERICO.
No quiero.
LA SOMBRA.
Deséchala. ¿A qué te atosigas con tal idea si te falta valor para
realizarla?
FEDERICO.
¡Mal rayo! ¡Cara de Judas!, no me falta valor.
LA SOMBRA.
Tu destino es encenagarte en la deshonra. No sabes ni sabrás
nunca morir. ¿Por qué vuelves la cara? ¿Es que no quieres verme?
Si ya me voy.... Mírame, mírame salir. (_Abre la puerta y sale
tranquilamente._)
ESCENA V
FEDERICO, AUGUSTA.
FEDERICO, _dejándose caer en un sillón_.
¡Ay de mí!
AUGUSTA, _corriendo hacia él_, _amorosa_.
¿Qué tienes?
FEDERICO.
¡Amiga de mi vida, si vieras qué mal me siento! Esta ansiedad,
este..., esto que rebulle aquí... (_oprimiéndose el costado
izquierdo),_ sensación que no tiene nombre..., prurito de meterme la
mano hasta muy adentro y separar algo que me estorba, que me impide
pensar y sentir.
AUGUSTA.
No es nada... Estás nervioso. Te has excitado tontamente. Perdóname
si te he dicho algunas cosillas desagradables. En cambio tú,
extraviado sin duda por la bebida, me diste un nombre que es una
injuria.
FEDERICO, _como volviendo en sí_.
¿Yo..., yo...?
AUGUSTA.
Sí, tú... Me has llamado Leonor.
FEDERICO, _mirándola con extravío_.
¿Y qué...? Amiga mía, haz el favor de darme un vaso de agua.
(_Augusta se dirige al aparador, y mientras echa agua en una copa,
Federico se acerca á la chimenea y coge el revólver._) No más
padecer. (_Se dispara un tiro en el costado izquierdo._)
AUGUSTA.
¡Ay! (_Paralizada de terror._)
FEDERICO, _cayendo en un sillón, desvanecido_.
Nada, nada... Ya estoy bien.
ESCENA VI
_Los mismos._ FELIPA.
AUGUSTA, _horrorizada, las manos en la cabeza_.
¿Qué es esto?... Federico... Felipa.
FELIPA, _sin aliento_.
¡Jesús...! (_Ambas se arrojan sobre él._)
AUGUSTA.
¿Qué has hecho..., vida mía?... (_Palpándole y buscando la herida._)
¡Ah!, no será nada...
FELIPA.
No veo sangre... (_Se mancha de sangre la mano._) ¡Ah!, sí..., mire
usted. Por aquí, en este costado.
AUGUSTA, _consternada_.
Amor mío, ¿qué has hecho? Estás herido... Pero no, no será de
gravedad. Respiras, vives... ¡Mírame, por Dios...; mírame y háblame!
FEDERICO, _tratando de apartarla de sí_.
Déjame... No ha sido nada. Me siento bien ahora. (_Con rápido
movimiento recoge del suelo el revólver._)
AUGUSTA.
¿Que quieres, qué buscas? Dame acá. (_Las dos tratan de quitarle el
arma. Entáblase violentísima lucha, en la cual Federico desarrolla
considerable fuerza muscular. Consigue desasirse de ellas._)
FEDERICO.
Déjame, ó te mato.
AUGUSTA, _que ha caído al suelo, se pone de rodillas, y le interpela
llorando_.
¿Qué haces? ¿Estás loco? Amor mío, cálmate... Te has herido...; pero
sanarás: es cosa ligera...; sé razonable, no escandalices...; vendrá
gente. ¡Qué deshonra!... Oye..., te quiero mucho: haré todo lo que tú
mandes... Tu voluntad es mi voluntad. ¡Pero no te mates; por Cristo
crucificado, no te mates!... Me moriré de pena.
FEDERICO, _con entereza, dominándose_.
Sé lo que debo hacer. Voy á lo que voy, y pido á Dios que me perdone.
FELIPA.
Llamaré á los vecinos.
AUGUSTA.
No, aguarda..., calla. Federico, por Dios, apiádate de mí...
Oye, sosiégate, hijo de mi alma; traeremos un médico, un médico
discreto..., te curará, y luego nos vamos... tranquilamente...
FEDERICO, _con sequedad_.
Vete á tu casa..., y pronto. (_Da varias vueltas atontado, como
buscando la salida, y por fin pasa al otro gabinete._) Al que se
me ponga por delante le dejo seco... (_Sale precipitadamente, sin
sombrero. Las dos mujeres, aterrorizadas, no se atreven á detenerle._)
AUGUSTA, _corriendo detrás por el pasillo_.
Se mata, se mata de seguro... ¡Dios tenga piedad de él y de mí!...
FELIPA, _corriendo detrás de su señora_.
Va disparado: no le podemos seguir. (_Baja la escalera._)
ESCENA VII
Calle obscura. Casas á la derecha: á la izquierda, vallas de madera y
solares abiertos; en el fondo, un declive del terreno.
AUGUSTA.
No veo nada. ¿Por dónde va?
FELIPA, _señalando al fondo_.
Por allí... Parece que se cae... Señorito, por Dios, no sea loco.
(_Ambas tratan de seguirle._)
AUGUSTA, _avanzando decidida en la obscuridad_.
No le abandono, suceda lo que quiera... Alma mía, ¿dónde estás?
Aguarda. Tengo que hablarte..., escucha...
FEDERICO, _cuya voz se oye muy lejana_.
Leonorilla, no me sigas. Procura ser buena. Yo..., así. (_Suena el
tiro. Las dos mujeres se detienen espantadas._)
AUGUSTA.
Me muero... ¡Jesús, ampárame!
FELIPA, _avanzando, se inclina y palpa el terreno_.
Por aquí... ¡Ay, aquí está!... (_Tocando el cuerpo exánime._) ¡Qué
miedo!... (_Para sí._) Más muerto que mi abuelo... ¡Eh!, ¿qué es
esto?... La condenada pistola. (_Recoge el revólver._)
AUGUSTA, _da algunos pasos despavorida, y cae de rodillas_.
Yo también...
FELIPA.
Señorita, ¿dónde está usted? No veo. (_Buscándola. Recuerda que lleva
en su mano el revólver._) ¿Y qué hago yo con este chisme? No se me
vaya á disparar. (_Lo arroja por detrás de una empalizada próxima._)
Señorita, deme la mano... (_Encontrándola, la levanta del suelo con
vigoroso esfuerzo, tirándole de los brazos._) Vámonos de aquí...
pronto... Puede venir gente.
AUGUSTA.
Que venga. No me importa.
FELIPA.
¡No me comprometa, por Dios!... Vámonos. (_Tirando de ella._) Si ya
no tiene remedio... Que no nos cojan aquí.
AUGUSTA, _atolondrada, insensible_.
¿Adonde me llevas?
FELIPA.
Por aquí..., vamos... pronto... (_Quitándose una toquilla que lleva
sobre los hombros._) Póngase esto por la cabeza. Así... (_se la
pone_), para no llamar la atención. Ahora..., serenidad. Cogeremos un
coche, y á mi casa.
AUGUSTA.
Lo que quieras. Me dejo llevar. No tengo voluntad..., no tengo alma.
(_Huyen por la izquierda._)
댓글 없음:
댓글 쓰기