2017년 3월 27일 월요일

realidad 16

realidad 16


ESCENA III
 
FEDERICO, INFANTE.
 
INFANTE.
 
Pero hombre, ¿estás en ti? Si le maltrataras gravemente, ¿no sabes
que podría costarte la torta un pan?
 
FEDERICO.
 
Iré á la cárcel... ¡Qué vergüenza, qué leyes! Si esto se llevara á
la justicia, á mí me condenarían, y á ellos les casaban. ¡Y á esto
llaman organismo social! La ley protege la deshonra, y el Estado es
el amparador de los criminales. (_Entra en el portal._)
 
INFANTE.
 
No me despido. En la calle te he librado de hacer un disparate, y
ahora entro contigo para impedirte hacer otro en tu casa.
 
FEDERICO.
 
A esa chiquilla sin seso y de condición villana, le enseñaré yo el
respeto que debe á su nombre. ¡Qué falta de pudor! ¡Qué vileza!
 
INFANTE.
 
¡Ay, amigo mío (_ambos encienden cerillas y suben_), no echas de ver
que se han quedado muy atrás los tiempos calderonianos!
 
FEDERICO.
 
Sí, y también echo de ver la gran diferencia en favor de aquéllos.
¿Pero tú crees que si en nuestra edad se usara el ceñir espada, se me
escapa ese tipo asqueroso? Le atravieso en el acto.
 
INFANTE.
 
Más vale que no usemos armas.
 
FEDERICO, _llega á su habitación y llama_.
 
Verás, verás cómo ahora resulta que nadie ha visto nada, que todo es
figuración mía y ganas de reñir. Estas canallas de mujeres me la han
de pagar.
 
 
ESCENA IV
 
_Los mismos._ CLAUDIA.
 
CLAUDIA, _abriendo la puerta_.
 
Buenas noches.
 
FEDERICO.
 
Oye, ¿qué hacía en casa ese sinvergüenza que acaba de salir?
 
CLAUDIA, _soñolienta_.
 
¿Quién? ¿Está usted loco? Bah; ya viene con sus remontazones. Aquí no
ha entrado nadie.
 
FEDERICO.
 
Tú y tu hermana sois unas grandísimas alcahuetas... ¿Y la señorita?
 
CLAUDIA.
 
Acostada y durmiendo.
 
FEDERICO.
 
Pasa, Infante. (_Entran en la sala._)
 
INFANTE.
 
Mira, deja el asunto para mañana. Ya debes suponer que te han de
negar todo. Ten calma, soporta el hecho, y búscale solución de la
manera más práctica.
 
FEDERICO.
 
¡Qué tonto eres! (_A Claudia._) Mañana os ponéis en la calle
con toda vuestra indigna parentela, y mi hermana irá á las
Arrepentidas... ¡Qué bajeza de espíritu y de sentimientos!... No
quiero verla... Que no se ponga delante de mí. No podría contenerme...
 
INFANTE, _sentándose_.
 
Eso me parece muy bien: no hables con nadie esta noche. Aplaza la
cuestión para otro día.
 
FEDERICO, _á Claudia, con vivo enojo_.
 
Esta casa es una sentina, y vosotras alimañas inmundas.
 
INFANTE.
 
Bien, desahógate...
 
FEDERICO, _á Claudia_.
 
Quítate de mi presencia... Vete... con mil pares de demonios.
 
CLAUDIA, _para sí_.
 
Ya se le pasará el enfado... Este señorito fantasioso cree que
estamos en tiempos como los de esas comedias en que salen las cómicas
con manto y los cómicos con aquellas espadas tan largas y hablando en
consonante. ¡Válgate Dios con la quijotería! (_Vase._)
 
FEDERICO, _paseándose_.
 
¡Esto es horrible! ¡Qué bochorno! ¡Aquí tienes tu dichosa idea de
igualdad, que todo lo encanalla! Ese pelandruscas se ríe de mí en mis
barbas, ultraja un nombre respetable, y tengo las manos atadas contra
él.
 
INFANTE.
 
Has hecho bien en aplazar la función. Y ahora puedo irme tranquilo.
 
FEDERICO.
 
Retírate si quieres. (_Recogiendo tres cartas que hay en el
velador._) ¿Tres cartas? ¿Apostamos á que en ellas vienen nuevas
calamidades? Nada, que sigue la mala. (_Abre una._) ¿Lo ves?... Una
desgracia, un golpe en la nuca... Mi padre me anuncia que llega
pasado mañana... ¿Y á qué viene?... Es mi padre y no puedo decir
contra él ninguna palabra ofensiva. (_Con ira._) Te juro, amigo
Infante, que soy el hombre más digno de lástima que hay bajo el
sol. No puedo echar de mí esta susceptibilidad delicadísima, y
adondequiera que me vuelvo no encuentro sino agudas puntas que me
la hieren y me la chafan. ¡Este hombre...! (_Estruja la carta y la
arroja al suelo._) Si no fuera mi padre, creo que le... ¿Pero á qué
vendrá á Madrid? Me lo figuro, y la rabia me ahoga. ¿Por qué no se
estará allá, en su libre América, olvidado y olvidándonos? No me
bastaba con el sofoco que me ha dado Clotilde, sino que también este
azote había de caer sobre mí.
 
INFANTE.
 
Lee las demás cartas. La suerte suele darnos sorpresas... Quizás en
alguna de ellas encuentres un bien inesperado.
 
FEDERICO, _examinando otra carta_.
 
Sí..., para bienes inesperados está el tiempo. Conozco la letra.
Es de Torquemada... (_La abre._) ¡Maldita sea tu alma!... (_Lee._)
«Pongo en su conocimiento que si mañana á las doce...»
 
INFANTE.
 
Lo que es por ese lado... Entérate de la otra. ¿Conoces también la
letra del sobre?
 
FEDERICO, _que sonríe examinando el sobre_.
 
Pues mira, estos garabatos me producen una dulce impresión entre
tantas desventuras. Es de una mujer... ¿Para qué hacer misterios? Es
de _La Peri_... ¡Pobrecilla!... (_Lee para sí._) Nada, me convida
á almorzar. Tiene que hablarme... Sí; el día es á propósito para
almuercitos...
 
INFANTE.
 
Yo me retiro... No olvides mis consejos. Siento dejarte tan
preocupado y caviloso. ¿Acaso, en medio de las agitaciones de esta
noche, has visto un rayo de luz, un indicio de salvación?
 
FEDERICO, _después de una pausa_.
 
¡Quién sabe! Tal vez sí. (_Se dan las manos cariñosamente._)
 
INFANTE.
 
Pues buenas noches... digo, buenos días. Pronto amanecerá.
 
FEDERICO.
 
Adiós.

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